"Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos". (Juan 21:15)
Los más estimados miembros de la iglesia muchas veces no aprecian la importancia de este trabajo. No crean que si ustedes llevan otras responsabilidades por ello ustedes no tienen que interesarse en este servicio. Dependiendo de vuestras oportunidades levántense por favor para un buen trabajo- Ayudar a los niños y animar a aquellos cuyo principal llamado es cuidarlos. “Apacienta a mis corderos” es un llamado para todos nosotros. Esta tarea esta devengada a los que trabajan en algún ministerio y a todos que por lo menos un poco ha conocido a Dios. Piensen en esto y preocúpense de los niños que están en Cristo Jesús. Pedro era líder entre los creyentes; pero él tenía que apacentar a los corderos. Los corderos son pequeños miembros del rebaño y nosotros debemos cuidar con más atención de aquellos que son jóvenes en la gracia del Señor. Ellos pueden ser personas mayores de edad; pero niños en la gracia por la extensión de su vida espiritual y por eso necesitan de un buen pastor. La persona recién convertida tiene que ser el objeto de atención y preocupación de los hermanos. El por primera vez esta entre nosotros, él no tiene amigos entre los santos, entonces vamos a ser amistosos con el. Aun si para ello tendríamos que dejar a nuestros viejos amigos, nosotros debemos ser doblemente amistosos con aquellos que hace poco dejaron el mundo y vinieron para encontrar refugio en el TODOPODEROSO y su pueblo.
Velen con atención a los niños recién nacidos, aquellos que son firmes en sus deseos; pero no tienen voluntad en todo lo demás. Ellos recién han salido de las tinieblas, sus ojos todavía con dificultad soportan la luz fuerte. Entonces hagamos una sombra para ellos, hasta que se acostumbren a la luz del día del evangelio. Dedíquense a la santa preocupación de los débiles y desanimados. Pedro mismo en aquella mañana cuando negó a Cristo debe haberse sentido como un soldado que recién ha comenzado el servicio militar, pues el de alguna manera había terminado con su vida publica cristiana y la comenzó nuevamente cuando “saliéndose fuera lloro amargamente” Mt 26:75 . De nuevo el confesaba su fe ante su Señor y sus hermanos, y de esta manera tuvo que compartir el sentimiento de los novicios . a el le fue delegado a ser su instructor. Los Jóvenes convertidos son demasiado tímidos para pedir ayuda, por eso nuestro Señor nos delega y manda diciendo “Apacienta a mis corderos” y “Cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos pequeños, a mi lo hiciste” Mt 25:40. En esto será vuestra recompensa. No importa cuan joven sea el creyente, el tiene que confesar su fe abiertamente y unirse al rebaño de Cristo. Nosotros no pertenecemos a aquellos que con duda miran a la piedad de los niños. Nosotros nunca podríamos encontrar el fundamento para sospechar hipocresía en los niños más que en aquellos que llegaron al arrepentimiento en el final de sus días.
Estos últimos me parece son menos confiables que los primeros, porque de la probabilidad en ellos de una fe fingida por la causa de un temor egoísta ante, el castigo y del temor de la muerte es mas fuerte.
De cuantas cosas se ha librado el niño, las cuales podían pervertirlo ¡cuantas cosas el no conoce! ¡Lo que con ayuda de Dios esperamos nunca conozca! Oh! Cuanta luz y confianza son propias a los niños cuando ellos se convierten, lo que no se nota en los ancianos convertidos. Nuestro Señor Jesucristo tenía un profundo apego a los niños, y aquellos que ven a los niños como la causa de la intranquilidad en todo el mundo y los trata como si ellos fueran hipócritas o tontos, están lejos de Cristo.
A ustedes que están enseñando en nuestras escuelas les fue dado un dichoso privilegio de averiguar donde están estos jóvenes aprendices; Cuales de ellos son en verdad miembros del rebaño de Cristo. A ustedes el ordeno “Apacienta a mis corderos” ósea instruyan a aquellos que verdaderamente están en la gracia de Dios pero son jóvenes en años. Es notorio que palabra usada aquí es diferente de la que esta en el mandamiento “Apacienta a mis ovejas”. No voy aburrirlos con los términos del original en griego; pero el segundo “Apacienta” significa cumplir los deberes de un pastor, manejar, dirigir, liderar, hacer todo aquello que tiene que hacer todo pastor respecto a su rebaño. Pero el primer “Apacienta” no incluye todas estas cosas. Eso claramente significa “alimentar”. Esa es la guía para los maestros: Cumplir la responsabilidad, la cual tal vez no toman en la debida importancia -Instruir a los niños en fe. A los corderitos no es necesario tener en orden, el cual necesitamos nosotros, los que sabemos tantas cosas y al mismo tiempo tan poco y que creemos que somos tan desarrollados y sabios que tenemos derecho de juzgar uno y a otro y competir. A los niños cristianos hay que enseñarles las doctrinas y la vivificadora fuerza del evangelio. Hay que abrirles la verdad de Dios claramente y comprensiblemente. ¿Por qué no se les puede enseñar las grandes doctrinas Como por ejemplo: la doctrina de la gracia? Los niños no son simplemente huesos como algunos los llaman, pues si fueran ellos huesos estuvieran llenos de tuétano y cubiertos de grasa. Y si alguna doctrina es demasiado complicada para el niño entonces el problema no esta en el niño , sino en el maestro; el cual tiene una visión muy débil de esta doctrina ,por supuesto todo esto con la condición que el niño sea un verdadero cristiano . Nosotros tenemos que hacer la doctrina más etendible – Esa es la gran tarea de nuestro ministerio. Enséñenles a los niños la verdad completa y nada más que la verdad; porque los niños por su naturaleza necesitan la instrucción. El niño no solamente tienen que vivir con nosotros , el esta creciendo, por eso sus necesidades de alimento son el doble de las nuestra. Cuando los padres dicen sobre sus hijos “¡Que apetito tiene!” ellos también tienen que recordar el gran apetito espiritual. Niños que están en la gracia tienen que crecer desarrollando sus capacidades mentales, conocer, como vivir, crear, sentir, recibiendo mas fuerzas de Dios, es por eso que aparte de todo lo demás hay que alimentarlos. Hay que alimentarlos, es decir: instruir, instruirlos bien porque hay riesgo que sus necesidades sean saciadas por la perversión, la juventud es sensible al pecado sin importar que enseñemos la verdad a los jóvenes cristianos, el diablo ha de enseñarles el pecado. Ellos conocerán pecado aun si por ellos velasen los más atentos guardias. Para que en sus pequeñas vasijas no entre la paja, lo único que podemos hacer es llenarlos hasta los bordes con el trigo. ¡Que el Espíritu de Dios nos ayude! Mientras mas conozca el niño mejor, eso lo guardara la influencia que lo lleva a la muerte.
Nos llaman a alimentarlos; pues muchas veces a los niños los desprecian. Temo que nuestras predicas muchas veces no toman en cuenta a los niños, los cuales en tanto pueden ser buenos cristianos tanto como los mayores. ¡Bendito aquel cuyas palabras entienden aun los niños! ¡Bendita aquella piadosa mujer para quien la forma de pensar de los niños es tan cercana y clara, que la verdad que esta en su corazón sin barreras pasa a los corazones de los niños!
Nos llaman a alimentar a los niños; porque este trabajo puede dar provecho. Muchas cosas podemos hacer con aquellos que se convierten al final de su vida; pero nunca podemos esperar mucho de ellos. Estamos muy felices por ellos; ¿pero que pueden dar a sus 70 años; aun si vivieran 10 años más? Enseñen al niño y el tendrá adelante 50 años de santo servicio, nos alegramos a dar la bienvenida a aquellos que vienen a la viña aun en el ultimo minuto. Pero recién ellos toman en sus manos el azadón o pala para cortar la uva y ya baja el sol y su corto día de trabajo se acaba. El tiempo invertido en la enseñanza al convertido anciano sobrepasa al tiempo que le queda para el servicio. Pero si tomamos a un niño convertido y le enseñamos bien, su temprana piedad muchas veces se hace grande, adelante el puede tener varios años durante los cuales Dios va ha glorificarse y otras personas serán bendecidas. Este servicio trae un provecho invaluable. También trae fruto para nosotros mismos. El fortalece nuestra humildad y nos ayuda a permanecer mansos. También nos enseña la paciencia. Que aquellos que lo dudan lo experimenten en si mismos; aun los pequeños cristianos sienten la paciencia de aquellos que creen en ellos y por eso se esfuerzan para no defraudar su confianza. Si ustedes necesitan personas bondadosas con grandes corazones búsquenlos entre aquellos que en el nombre de Jesús trabajan con los niños, que pacientemente tratan con sus travesuras y son compasivos con los que son débiles.
(C.H. Spurgeon)
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