Cuando se acercaba mi cumpleaños los niños usualmente me preguntaban:
- ¿Papa, que quieres que te regalemos?
- El Salmo 23. ¡Es corto, y tan bueno! Estaré feliz de escucharlo – yo le respondía a uno, - Y tu, aprende los últimos versículos del capitulo 8 de la carta a los romanos, desde el versículo 31 “ … Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?..” – le aconsejaba al otro.
- ¡Oh perfecto, yo lo hare!
- Y tu, mi hijo, memoriza el versículo “Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él…”
Y confía en él…”
Así se repartían nuestros deseos entre todos los niños. Cuando llegaba el cumpleaños, los niños se paraban en fila y declamaban los pasajes de la Biblia y textos de los himnos. Yo me alegraba, porque de esta manera los niños adquirían para ellos tesoros para toda su vida.
Para el cumpleaños de la madre, para la Navidad o algún otro día festivo importante para los cristianos, ellos también aprendían versos y salmos.
Queridos padres, tal vez ustedes también hacen así? Cuando a los niños les dicen que tienen que aprender una u otra parte de la Biblia, ellos lo hacen sin muchas ganas, les es difícil. Pero si ellos saben que esto alegrara a los padres y así se cumplirá su deseo, entonces ellos lo hacen con placer.
Lo importante aquí es que aprendiendo de memoria partes de las Sagradas Escrituras, los niños guardan un tesoro imperturbable.
Tal vez, llegara el tiempo, cuando la Palabra de Dios será quitada de nosotros. En mi vida fue así, cuando la Gestapo me llevo a la cárcel. ¡Cuanta alegría me producía el haber aprendido de memoria los pasajes de la Biblia! La Palabra de Dios me traía gozo y fortaleza. A menudo, recostado en el duro camarote, yo repetía “el alfabeto de oro”: me acordaba un versículo que comenzaba con “a”, después con “b”, y así adelante recorría por el alfabeto. Así yo me dormía con la Palabra de Dios, y si no dormía, estas preciosas palabras me animaban de manera maravillosa, me fortalecían y me alegraban.
¡Que tesoros están escondidos en nuestra Biblia! ¡Démosle uso verdadero! Preocupémonos que nuestros hijos lo mas temprano posible adquieran estos tesoros! Cuan agradecidos nos estarán ellos después, guardando en su corazón las palabras de Dios durante toda su vida!
Mi esposa en la vejez se enfermo de cataratas. Después de la operación ella no podía leer ni la letra más grande. Cuan feliz estaba ella que en su juventud había aprendido de memoria capítulos enteros de la Biblia!
Nosotros siempre meditamos en las partes de la Biblia que sabemos de memoria y los repetimos al cerrar nuestros cultos familiares. De esta manera este tesoro espiritual siempre se esta usando.
Tal vez vuestros hijos tendrán en su vida momentos, cuando no podrán leer la Biblia. ¡Oh cuanto necesitaran entonces lo aprendido de memoria! Por eso a todos los padres que están leyendo estas líneas doy un buen consejo: preocúpense que vuestros hijos aprendan mucho de memoria! Y para hacerles esta tarea más ligera pidan estos “regalos” para vuestros cumpleaños. Llegara la hora, cuando, aun tal vez después de vuestra muerte, ellos les agradecerán por esto.
Ernst Modersohn
(1870-1948, evangelista alemán; lo llamaban “Moody alemán”)